Mucha gente en estos días se está planteando si tiene sentido que no le dejen salir a correr, a pasear, etc. Si a fin de cuentas, ¿a quién van a contagiar si sólo salen ellos y tienen cuidado?
Es por ello que, durante estos días pasados, llevo pensando en un concepto ecológico, económico, ambiental, social, conocido como la “tragedia de los comunes”. Fue descrito por Garrett Hardin en 1968, y publicado en la revista Science. Vamos que es una cosa seria, muy emparentada con el famoso “dilema del prisionero” de la teoría de juegos.
Contaré la historia a mi manera
Imaginemos un pueblo que dispone de unos pastos comunes, del tipo del uso de los puertos de verano que se usan por Cantabria, Asturias y demás comunidades de montaña.
Imaginemos, también, que existe una ley o un acuerdo por el cual cada uno de los 60 ganaderos del pueblo puede subir a pastar a 5 vacas, 300 vacas en total.
Pronto, un ganadero, el más pillo, o el más insolidario, cada uno puede pensar en algún conocido o en algún político, piensa que porque él suba una vaca más, el pasto no se va resentir y él va a ganar un 20% más. Sólo va a haber 301 vacas.
Un par de vecinos se dan cuenta de la jugada y piensan “Pues si lo puede hacer él, yo voy a hacer lo mismo. Por una vaca más no va a pasar nada“. 303 vacas. Ni que decir tiene que, más antes que después, todos los vecinos acabarán subiendo una vaca más. 360 vacas en el puerto.
Antes de acabar el verano el pasto se agota por sobrepastoreo y mueren la mitad de las vacas…, las ganancias se reducen a la mitad y todos pierden. Es un clásico.
Y ahora, el confinamiento en casa por el coronavirus
Ni que decir tiene, que el pueblo de la historia es nuestra sociedad, y que el pasto del puerto está ya ocupado por las 300 vacas, o más, que constituyen nuestros servicios imprescindibles: sanitarios, policías (desgraciadamente, ya que no deberían hacer falta), bomberos, transportistas de alimentos, empleadas/os de supermercados, personas que hacen salidas necesarias a la compra, atención a dependientes, etc.
Pero, claro, llega mi vecino “el del perrito” y sale a pasearlo quince veces al día. 301 vacas. O “el de la gorrita”, que sale con una bolsa en la mano a hacer como que va a la compra. 302 vacas. O la de la urbanización de enfrente, que hace footing por el jardín. 303 vacas. Los vecinos que se han venido de Madrid a disfrutar de su segunda residencia. 306. La mamá que ya no aguanta al niño en casa. 308…
Parece que llegar a cifras críticas es muy fácil. ¿Qué daño puede hacer que yo salga sólo a pasear o a hacer un poco de foooting? Mi cuerpo lo necesita y no te digo mi perro.
¿Ya sabes por qué hay que ser solidario y quedarse en casa?