No tengo muy claro si uno escribe para sí mismo o si escribe para los demás. Lo que sí me parece es que, escribir, es un ejercicio intelectual y de introspección que todo el mundo deberíamos probar.
Es cierto que es muy fácil decirlo ahora que estoy jubilado y que se supone que tengo “todo el tiempo del mundo”. Lo cual resulta que no es verdad.
Me he animado a escribir sobre mi reciente viaje a Vietnam, aunque en mi blog o página Web, tengo también reflexiones sobre ciencia, tecnología y educación.
Soy un ferviente partidario de viajar por libre. Viajar por libre es una experiencia triple que difícilmente vas a tener si te apuntas a un viaje organizado. Veamos por qué:
Uno. Los preparativos. Diseñar un viaje por libre lleva bastante tiempo, sobre todo si no conoces previamente el destino. Implica informarse a través de blogs de viajeros, de páginas web, etc. Y luego decidir. Es decir, imaginar un itinerario con sus correspondientes visitas y luego comprar los billetes, los alojamientos, los traslados…
Dos. Hacer el viaje. Esta es la parte principal, obviamente. De manera que a veces parece casi un milagro cómo se van sucediendo los pasos que habías diseñado. Algunos sitios superan tus expectativas, otros no te parece que fueran “para tanto”. Por el camino surgen experiencias, inconvenientes no planeados, contactos con otras personas… vamos, la esencia del viaje.
Tres. La vuelta, recapacitar y escribir. Esta es la parte que yo propongo en este escrito como muy relevante. Mucha gente a la vuelta cuenta cuatro anécdotas a algunos familiares y amigos y allí se acaba. Otro destino tachado en esta fiebre consumista en la que nos encontramos. Pero no, si escribes sobre ello, revisas tus fotos, tus cuentas de gastos, lo que hiciste cada día, vas a enriquecer tu experiencia.
En este punto es cuando se plantea el dilema inicial ¿Escribes para ti mismo? ¿Escribes para que lo lean otros? En realidad creo que da igual. Salvo que seas un profesional de la escritura. Da lo mismo.