Halong. La bahía soñada

Halong es uno de esos nombres que resuenan en el imaginario colectivo. Uno de esos lugares maravillosos que llevas soñando visitar al menos una vez en la vida. Lo hemos hecho.

La Bahía de Halong está declarada Patrimonio de la Humanidad y también es considerada una de las siete Maravillas Naturales del Mundo (ver en wikipedia). Geológicamente, se trata de un fantástico karst tropical inundado, del que sobresalen islotes cubiertos de selva. Probablemente nadie accede a la mayor parte de ellos.

Ha Long significa “dragón descendente”. Como todo lo vietnamita, su nombre procede de una leyenda: “Hace mucho tiempo, cuando los vietnamitas luchaban contra los invasores chinos provenientes del mar, el Emperador de Jade (Un dios del confucionismo) envió una familia de dragones celestiales para ayudarles a defender su tierra. Estos dragones escupían joyas y jade. Las joyas se convirtieron en las islas e islotes de la bahía, uniéndose para formar una gran muralla frente a los invasores, y de ese modo los vietnamitas lograron hundir los navíos enemigos. Tras proteger su tierra formaron el país conocido como Vietnam”.

Como soy un enamorado de los paisajes geológicos y los karst me encantan, estaba impaciente por añadir la visita a Ha Long a mi curriculum.

El crucero

Parece bastante obvio que la única forma de visitar esta zona es navegando. Bien es cierto que la isla de Cat Ba, la más grande con enorme diferencia, tiene acceso por tierra y miradores desde donde ver la bahía y desde donde se pueden coger pequeñas embarcaciones de día, al menos en teoría… Unos españoles nos contaron que lo habían hecho así, pero que el barquero lo encontraron de casualidad.

Como no se va a Vietnam todos los días, entre las diferentes opciones de crucero: de un día, de dos o de tres, la opción de ir a Cat Ba por nuestra cuenta la desechamos para no tener que andar “buscándonos la vida” y, de paso, no arriesgarnos a las posibles estafas que habíamos leído que se producen si buscas por tu cuenta.

Así que “de perdidos al río”. Elegimos el crucero de tres días (dos noches) y de cinco estrellas. El “Mon Cheri Cruises”. Carísimo. Nos costó 600 euros y ya lo llevamos reservado desde aquí. Por cierto, he mirado ahora por curiosidad y es mucho mas caro, casi mil euros. Encima, parece que nos salió barato…

Nuestro barco

Para nosotros empezó con la recogida en Hanoi, 40 euros adicionales, en una Van del tipo de las que ya hemos hablado. El viaje, de unas dos horas, se hizo ameno charlando con los compañeros de asiento y viendo el paisaje. Las pequeñas conversaciones con la gente que te vas encontrando enriquecen el viaje.

La granja de perlas

Todos sabemos que las perlas salen de las ostras, lo estudiamos de pequeños. Otra cosa es ver el proceso de perlas cultivadas de cerca.

Antes de llegar al embarcadero, te paran en la tienda de una granja de ostras perlíferas. Es una visita muy interesante, pero demasiado rápida.

Aunque estuvieras muy interesado en comprar joyas con perlas, que tenían a montones y con una pinta estupenda, con esas prisas es casi imposible.

Lo más interesante fue ver cómo unas chicas van metiendo las semillas, unas bolitas y un estimulante de crecimiento, en las ostras, para después llevarlas a los criaderos hasta que formen perlas.

En el barco

Una vez que llegas al embarcadero, la excursión comienza subiendo a un barco pequeño en el que te trasladan al barco grande, al “crucero”.

Cuando llegas, te levan directamente a comer mientras ves que el barco navega durante un rato pequeño, media hora como máximo. La comida era bastante buena, comida “internacional”. A mi me dio rabia perderme parte de la navegación por culpa de la comida. Estaba ansioso por disfrutar de las vistas.

Me hizo mucha gracia que el camarero te ponía la servilleta en las rodillas. Cuando le dije que no hacía falta, me contestó que era su trabajo. Eso sí, la comida luego era tipo bufé, así que, fuera servilleta.

Después, el barco se para, te instalas en tu habitación, que hay que reconocer que es magnífica, con un amplio cuarto de baño con un jacuzzi con vistas al mar, una cama espléndida y con un balcón que dan ganas de sentarse en él y no hacer otra cosa.

Desde el interior de la habitación

Enseguida empiezan las “actividades”: paseo en kayak para quien lo quiera. Yo había cogido este crucero porque se suponía que existía la opción de sustituir el kayak por un paseo en barca de remos más grande (“Bambú boat”). Mi espalda y mis caderas no están para kayak.

Resultó que ya no se hacía lo del “bambú boat” (vaya tomadura de pelo…). Así que nos dedicamos el resto de la tarde a ver el paisaje y a bañarnos en una piscina jacuzzi, que estaba bastante bien, y para nosotros solos porque todo el mundo estaba en los kayak. Se supone que eso es un lujo, aunque yo hubiera preferido una excursión en barca entre los islotes.

El barco no se volvió a mover un metro, lo cual nos decepcionó bastante. Mi idea de un crucero era la de un barco que se mueve y esto más bien era un hotel flotante. Eso sí, un hotel bastante bueno.

Lo gracioso es que el lugar de “aparcamiento” del barco es compartido por otros veinte barcos, creo que llegué contar. Así que estás en un hotel de lujo, en una bahía preciosa, compartiendo espacio con otros muchos barcos y poco más. Por cierto, la cena también estuvo bastante bien.

Después de cenar nos dedicamos a contemplar los barcos de la “ciudad flotante” en la que se había convertido ese espacio. Hacía calor y una noche preciosa. En el bar de la cubierta superior había “happy hour”. Un mantra, junto con el de los masajes, que oiríamos repetido infinidad de veces en nuestro viaje.

Una de las actividades nocturnas del crucero consistía en pescar calamares. Sólo vimos que participaran un par de chavales y que alguno pillaban. Nosotros ya vemos decenas de pescadores de maganos (calamares en cántabro) y sepias en la bahía de Santander, así que no nos apuntamos.

La excursión a Viet Hai

Al día siguiente por la mañana te despiertas con el barco navegando un rato, ¡0h milagro! Así que salimos corriendo a nuestro balcón al amanecer a disfrutar un poco del paisaje, de la navegación y a hacer fotos y vídeos. Ciertamente, el paisaje es precioso y como nuestro barco parece que es el que más ha madrugado, durante bastante tiempo vamos solos. El vídeo de debajo es un reflejo de lo visto y sentido:

Después del desayuno, nos trasladan a otro barco más pequeño, “crucero de día” lo llaman. Esta resultó la parte más interesante, ya que por lo menos navegamos durante bastante rato, hasta llegar al embarcadero de un pequeño pueblo llamado Viet Hai, en la parte sur de la isla de Cat Ba. Unido a la navegación de la mañana, va ser el día más interesante.

La bahía de Halong tiene dos partes, nosotros navegamos a través de Lan Ha, la parte más septentrional y lejana de la bahía de Halong.

Por el camino, entre los islotes, vas disfrutando del paisaje y de algunas formaciones, no diría que espectaculares, pero sí llamativas. Me da rabia que el recorrido no incluye visitar dos pueblos flotantes próximos, lo que yo creo que sería una visita imprescindible. Lo más que llegas a ver es alguna casa flotante aislada dedicada al alquiler de kayak.

Tras parar en el embarcadero, unos coches eléctricos te acercan hasta el pueblo, Viet Hai, o también puedes ir en bicicleta. Aunque es poca distancia, con el calor que hacía y las cuestas, la elección del coche eléctrico parece que fue la más acertada.

El pueblo está muy aislado y no tiene otro acceso más que el que hemos utilizado.

La verdad es que no nos resulta muy interesante. La visita parece que tiene como objetivo más rellenar el tiempo que llegar a un sitio con verdadero interés. Este tipo de visitas de “relleno”, parece que son habituales en todos los “tours” que hemos contratado. Ir por libre cuando se pueda me parece la mejor opción.

Te cuentan que en ese pueblo sólo vivían mujeres porque los hombres vivían en los islotes para dedicarse a la pesca, que en la jungla teóricamente hay monos, una especie específica de Cat Ba, etc. Pero ver, ver, nada del otro jueves. Los búfalos de la foto…

En el camino de regreso del “barco de día” al barco principal, se hace una nueva parada para hacer Kayak en esa zona y comes durante el trayecto. El resto de la tarde es como la anterior, ya en el barco grande, si quieres kayak, kayak, y si no, te puedes bañar, eso sí, con flotador, no sea que te ahogues.

Así que, aunque el agua estaba bastante asquerosa y a pesar del la obligatoriedad del chaleco, consideré que bañarme en la Bahía de Halong, en el Mar de China, en el Golfo de Tonkin, sonaba tan bien, que malo sería que me intoxicara… Vamos, que eso no me lo pierdo yo ni de broma.

Flotando cual medusa en el agua caliente y sucia. Eso sí, en la bahía de Halong.

La mañana siguiente era el último día del crucero. Nos llevaron en una barca auxiliar hasta el embarcadero y en autobús hasta una cueva, Trung Trang Cave. La publicidad dice que es la más representativa de las más de 150 cuevas de la Isla de Cat Ba. Yo la encontré decepcionante.

Al menos me sirvió para entender que el karst de la bahía de Halong está formado por un tipo de caliza muy masiva y antigua, de la Era Primaria, originado en tierra firme e inundado por la subida del mar hace unos 15.000 años. Y que, a pesar de que la propaganda menciona que los islotes están perforados por numerosas cuevas, no parece que haya muchas y no tienen apenas espeleotemas ni fósiles. En Cantabria tenemos muchísimas más y mucho mejores.

Y en eso consistió el “tercer día” de crucero…

Conclusiones

Si observamos el mapa que aparece en la Web del crucero y lo comparamos con el mapa obtenido de Google fotos basado en las fotos que fui haciendo, observamos que el crucero real es algo más escaso que el teórico, vamos, que es un poco “tomadura de pelo”.

Teóricamente este es el mapa del recorrido. Es evidente que fue menos…

En resumen, creo que el crucero está bien pero no vale lo que cuesta. Eso sí, como no te mueves, pues no te cansas mucho. Ya dije que es un hotel de lujo, y al menos en ese aspecto sí merece la pena. Pero para conocer Halong tiene que haber mejores opciones, algo más activas.

Lo malo es que, encima, la mayor parte de la gente coge solo dos días, con lo cual no hacen la excursión del segundo día, que es lo único que merece la pena.

Así que, tras liquidar nuestras cuentas de cervezas y cafés, a precio evidentemente de crucero de lujo, nos devolvieron al puerto, donde esperaríamos el transporte a la siguiente etapa de nuestro viaje:

Ninh Binh

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