Ninh Binh. Tam Coc. ¿El Paraíso?

Una de las imágenes más icónicas de todo Vietnam es la de debajo. Corresponde a Tam Coc: unas barcas navegando por el río entre arrozales amarillos y torres de roca caliza cubiertas de jungla.

Desde que conocí esa imagen, hace ya algún tiempo, tenía claro que quería ir a “ese sitio”, al que mucha gente llama el “Halong en tierra firme”. Quizá debería ser al revés y Halong llamarse el Tam Coc del mar.

Tam Coc significa “las tres cuevas” porque el río Ngo Dong, el de la imagen de arriba, atraviesa tres cuevas. Se encuentra a nueve km de Ninh Binh que es la capital de la provincia del mismo nombre, desde donde se pueden hacer también las visitas, pero creo que es mucho más interesante quedarse en Tam Coc directamente.

Curiosamente, a esta maravilla de sitio, la mayor parte de la gente va en una excursión de día desde Hanoi. Nosotros estuvimos tres noches y creo que deberíamos haber estado alguna más para explorar la zona con detenimiento. Ha sido lo que más me ha gustado de nuestro viaje a Vietnam.

El traslado desde Halong. Odisea

No deberían ocupar mucho tiempo en una crónica de este tipo las vicisitudes de los traslados, pero como siempre acababa pasando algo, pues allá vamos:

Habíamos contratado una van con la misma agencia que el crucero. Como la distancia de Halong a Ninh Binh es similar a la de Hanoi a Halong, nos salió por el mismo precio, 40 euros los dos. Todo parecía ir muy bien, incluso antes de desembarcar había recibido un mensaje indicándome que esperáramos en la terminal, que el chófer nos iría a buscar allí. Genial.

Pero lo malo es que los sucesivos transportes fueron llegando a recoger gente, hasta que sólo quedamos nosotros. Le puse una serie de mensajes a la agencia, simplemente continuando el hilo de su mensaje inicial y siempre me contestaba lo mismo, “está llegando, hay mucho tráfico”. Al final, y tras muchos mensajes, apareció un bus (“limusina”, por supuesto), que nos recogió y nos llevó a otro sitio a apenas medio km de allí. Yo enfadadísimo y los empleados del bus llamando por teléfono todo el rato a no se sabe dónde. Después apareció otro autobús en el que nos subieron y ya nos llevaron hasta Tam Coc. Todavía allí tuvimos que esperar otra van que nos llevó al hotel que estaba a menos de medio km. Llegamos dos o tres horas después de lo que yo había calculado, aunque en el hotel nos dijeron que esa era la hora de llegada habitual. Al final nos devolvieron 35 euros, de propia iniciativa, parece que en la agencia sí eran gente seria.

Lo gracioso es que el viaje en sí me gustó mucho, desde el bus se veía muy bien la carretera y el paisaje, lo que me permitió ver cómo eran las ciudades y campos por los que íbamos pasando. Buenas carreteras, buenas casas. Los pueblos que cruzábamos me recordaban a Extremadura o Andalucía. No se veía un país pobre ni mucho menos.

La experiencia me pareció interesante, porque saqué dos conclusiones sobre las empresas de transporte en Vietnam, conclusiones que volví a comprobar en el viaje de tres días después hasta el aeropuerto de Hanoi y en traslados posteriores:

La primera es que son “peculiares” y te meten a ti y a tu equipaje donde haga falta, no exactamente lo que hayas contratado. Observando la capacidad de transporte que tienen las motos vietnamitas no es de extrañar.

La segunda conclusión es que no te dejan tirado. Cumplen. Otra cosa es el cómo se las apañen.

Tam Coc

Nuestro hotel se llamaba Tam Coc Holidays Villas & Hotel, un nombre un poco confuso porque según donde miraras el nombre cambiaba, pero bueno.

Es un hotel relativamente pequeño con un altísimo nivel de atenciones por parte del personal, especialmente Phuc, un chico joven, una especie de recepcionista para todo, que siempre estaba allí ayudándote.

A mí me encantó, y las tres noches nos costaron 117 euros al cambio con desayuno incluido y con una piscina con luces de colores que tenía el agua más caliente en la que me he bañado jamás. Lo más barato de todo el viaje. Bastante menos que una sola noche de hotel en verano en España.

Me hubiera quedado unos cuantos días más, encantado, como la familia australiana que conocimos en él y con los que compartimos piscina un par de veces, que llevaban allí bastantes días.

Si vuelvo alguna vez a Tam Coc, este será mi hotel para varios días.

Tam Coc es famoso por la navegación en barca de remos por el río. La de la imagen del principio. El embarcadero estaba a cien metros del hotel y fuimos para allá enseguida, pero estaba cerrado, creíamos que era por la hora pero nos dijo Phuc que era por un conflicto con las autoridades y que seguiría cerrado. Una pena porque es una actividad muy interesante, bien es cierto que se ha hecho famoso también por las numerosas quejas de los turistas sobre el trato recibido por parte de barqueros y vendedores, exigiendo propinas y compras de forma casi violenta. Supongo que sería por esto por lo que estaba cerrada.

De todas maneras, allí estaban las barcas. Y el embarcadero, en sí mismo, es un sitio muy bonito donde disfrutamos del atardecer y del Vietnam auténtico.

Y después nos fuimos a cenar. Por el camino nos detuvimos a observar una estampa que ya habíamos visto en Hanoi: la gente del pueblo bailando o haciendo ejercicio. Mi impresión es que esto es muy frecuente en Vietnam. La música es claramente oriental.

Había bastantes restaurantes y todos prácticamente vacíos. Al final nos decidimos por uno que se llamaba Gia Bier Garden. En cuanto te sientas en la terraza te ponen un ventilador apuntando a la mesa porque el calor era horroroso.

Parece que una especialidad de Tam Coc es el pato asado a la brasa, una de mis comidas favoritas. Así que no hace falta preguntar que qué cenamos.

¿Cervezas a 40 céntimos?

Sí. En Ninh Binh se vende una cerveza de barril, que llaman “local bia”, que costaba 10.000 dongs, menos de cuarenta céntimos al cambio. En realidad, el precio de la cena fue irrisorio, 10 euros incluyendo las cervezas, creo que el postre y hasta un chupito de licor de arroz que, generosamente, repartía la dueña entre los comensales.

Trang An. Un increíble paseo en barca

No pudimos hacer el paseo en barca de las tres cuevas por Tam Coc, pero nos desquitamos yendo por la mañana a Trang An, patrimonio de la humanidad y uno de los sitios más bonitos que he visitado en mi vida, y eso que llevo bastante recorrido. Mucha gente opina que Trang An es mejor que el recorrido por Tam Coc que no pudimos hacer, aunque yo quería haber hecho los dos.

El sitio es muy turístico y muy concurrido, ya que las excursiones vienen aquí directamente desde Hanoi y, encima, se ha hecho muy famoso porque la película “Kong. La isla calavera”, un remake de la mítica de King Kong, se rodó aquí en gran parte. Por cierto, a la vuelta he visto la película y me ha parecido bastante mala…

Para ir, pedimos un Grab desde el hotel, que nos costó unos 12 euros ida y vuelta. El conductor se empeñó en esperarnos a la vuelta. No debía de esperar mucha demanda. La entrada nos costó poco más de 19 euros los dos, para ser exactos 250.000 dongs cada uno. Diez euros en números redondos. Ahora cuando veas el vídeo del recorrido y veas que la señora rema durante tres horas, pensarás que es un precio irrisorio.

Hay tres recorridos y tienes que elegir uno. En teoría todos duran tres horas, aunque en esta página web dice que tienen distinta duración. La verdad es que no es fácil decidir incluso aunque lo hayas estado estudiando previamente, porque la información es poco relevante: nombres de templos y de cuevas que para nosotros significan poco. Así que elegí el número 1, porque recorre nueve cuevas y tres templos, aparentemente el más largo. Curiosamente la mayor parte de la gente cogía el 2, porque creo que era el que pasa por donde se rodó la película de Kong de la que he hablado. El sitio es tan fantástico que, si hubiera estado más días en Tam Coc, hubiera vuelto otra vez a hacer otro recorrido.

Cuando llegas al embarcadero te asignan una barca cuando haya gente suficiente para completar las cuatro plazas, nadie cogía el recorrido número uno y nos tocó esperar hasta que convencimos a un par de chicas taiwanesas para hacerlo. Bien simpáticas, en el vídeo de debajo las conoceréis.

Vídeo de nuestro recorrido por Trang An.

Mua Cave

Otra de las imágenes más icónicas de Vietnam está allí mismo, a tres o cuatro km del hotel. Allí fuimos por la tarde del primer día, eso es aprovechar el tiempo.

Pero antes, previo paseo para comprar otro sombrero vietnamita por unos dos euros, nos fuimos a comer en un restaurante, al lado del hotel. Estuvimos solos en él hasta que llegaron, casualmente, cuatro chicos españoles con lo que estuvimos un rato de cháchara compartiendo experiencias.

El sombrero en pico es exclusivamente para mujeres, el de hombres es redondeado, pero a mí me sirvió para demostrar mis habilidades capilares mientras llegaba la comida.

Es verdad que con el calor, tendemos a comer menos que en casa, pero a cambio nos inflamos a cervezas.

El menú de la foto, que estaba buenísimo y hecho en el momento, nos costó 170.000 dongs, menos de 7 euros al cambio, incluyendo las cervezas que ahora eran “Viet Bier”, otra marca vietnamita, esta vez en botella.

Y después nos fuimos a dar un bañito en la piscina del hotel hasta la hora de ir a Mua Cave, ya que nos habían dicho que lo mejor es ir a las 4 de la tarde (¡a 36ºC!)

Nuevamente con un Grab nos presentamos allí y tras pagar nuestras entradas, no recuerdo el precio pero era poco, entramos al recinto y nos dirigimos directamente al campo de lotos que tienen allí mismo. Había chicas vietnamitas con trajes típicos haciéndose fotos y, como se ve en el vídeo de debajo, alguna turista con sombrero vietnamita.

Y luego, a subir los 500 escalones para llegar al mirador de la cumbre, ojo, escalones, no escaleras. Es el precio a pagar por subir a ver uno de los paisajes más fascinantes de Vietnam.

Por el camino sudas “como un pollo”, pero te puedes parar a descansar en un par de miradores donde las chicas se hacen fotos y también hay un puesto donde sobrevivir comprando agua.

Desde la cumbre el panorama es impresionante a ambos lados. Por una parte el río y los arrozales

Y por la otra parte, la otra cumbre, más baja, con su pequeña Pagoda, el campo de lotos detrás y al fondo, Ninh Binh.

La pagoda Bai Dinh. Lo macro aplicado a la religión

Fue la visita de la mañana del segundo día. Yo creía que en Vietnam, como país comunista que es, la religión estaría en un muy segundo plano. Pero esta Pagoda y algunas otras que visitamos me dejaron una sensación de confusión al respecto. Son macro edificaciones religiosas de muy reciente construcción. Como si el gobierno estuviera encantado de alentar el sentimiento religioso o de generar lugares de turismo religioso, vaya usted a saber.

Desde mi punto de vista tiene bastante poco interés salvo la natural curiosidad del viajero. Fuimos porque el recepcionista del hotel nos lo recomendó como si fuera algo muy digno de ver, a pesar de estar a 31 km del hotel según “el churro” de croquis que nos dieron.

Bai Dinh ocupa nada menos que un área de 700 hectáreas. Se trata de un gran complejo que incluye muchas estructuras construidas en varias fases a partir de 2003 y terminadas en 2010. La arquitectura del templo es tradicional con grandes salas, patios y recintos. Sin embargo, es su enorme tamaño lo hace que hace de Bai Dinh algo muy diferente de las pagodas budistas vietnamitas tradicionales.

Así que soportando un calor tremendo, recorrimos el complejo en unos cochecitos eléctricos, por 200.000 dongs cada uno, unos 8 euros, que incluía la entrada a la torre pagoda de 13 pisos.

Estuvo interesante compartir la visita con unos cuantos vietnamitas con los que, aunque no íbamos juntos, coincidíamos en casi todos los lugares y que estaban encantados de coincidir con tan exóticos personajes como nosotros.

De la curiosidad y simpatía mutua, da fe la fotografía con una encantadora chica.

Fue gracioso porque inmediatamente subió la foto a Instagram con corazoncitos y colorines.

Llama la atención las enormes galerías de estatuas de monjes y las dimensiones del templo principal. Puedes pinchar en las fotos para verlas en grande.

El Templo Bich Dong

Este pequeño templo budista a las afueras de Tam Coc, tiene una portada muy fotogénica, a la que se llega a través de un puente, muy “instagramable” como se dice ahora y da fe una de las fotos de debajo. Realizamos una visita breve todavía antes de la comida.

La mayor parte del templo se encuentra dentro de una cueva con escaleras y algunas esculturas. El acceso es gratis y libre.

Fue construida en 1428 y en realidad son tres estructuras en orden ascendente. En 1773 se le dio un nombre muy bonito y romántico, Bich Dong, que significa literalmente «Gruta de la verde perla» .

Me sorprendió mucho que en uno de los niveles, se encontraban estos murales de papel con enseñanzas que explican unas sorprendentes relaciones “causa efecto”. No sé si tendrá que ver con el “karma”. Con un poco de inglés te será suficiente para entenderlos.

La comida. Nuestro primer Banh Mi

Levábamos varios días sin probar ninguna comida que fuera exclusiva de Vietnam, aparte del pato y el arroz que son de toda Asia. Así que la pausa de mediodía nos sirvió para hacer una breve comida en una terraza al lado del hotel y probar unos Banh Mi.

El Banh Mi no es más que un bocadillo, así de sencillo. Herencia de la dominación francesa, es típico de Vietnam, elaborado con una baguette de pan blanco y harina de arroz.​ El bocadillo se rellena con muy diferentes cosas, como encurtidos de zanahorias, hierbas y carne de cerdo y paté o pollo, el mío tenía hasta una tortilla. El contraste de sabores y texturas hace que esté bastante bueno. Encima sale muy barato.

Los nuestros, más las cervezas, nos costaron 115.000 dongs, 4,45 euros al cambio en ese momento. Barato. El agua creo recordar que encima nos la regalaron. El mío estaba muy bueno.

En la foto de la derecha, se ve la calle y la entrada al modesto restaurante, Bong, además de la vestimenta típica para montar en moto de las chicas. Debajo llevan su ropa normal.

La reserva de aves de Thung Nham

Nuestra última tarde la reservamos para ir al atardecer a visitar una reserva, o algo parecido, donde existen unos dormideros de diferentes aves. Se llama “Área de Turismo Ecológico de Aves de Thung Nham“.

Como siempre en Vietnam, la información resulta bastante deficiente, así que cogimos un Grab y allí en la puerta compramos las entradas y nos dirigimos a un puente que había delante. Mucha gente se iba hacia la derecha hacia una especie de parque temático. Por lo visto después, allí se cogían las barcas para visitar el dormidero. Nosotros preguntamos a otro que nos ofrecía una barca para una cueva y nos dijo que para ver las aves, por un camino. Así que para allá que fuimos.

Cuando empezamos andar, enseguida vimos que la gente iba en barca y que éramos prácticamente los únicos que seguíamos el camino. Al principio había un pequeño desvío para una cueva, que no cogimos, y unos 300 metros más adelante, desembocaba la cueva.

Tras pasar algunas pasarelas de madera y subir y bajar escalones, llegamos a un punto bastante elevado desde el que “se veían” las aves y las barcas que llevaban a la gente hasta allí. Parece que nos equivocamos en ir andando.

Las aves parecían ser cigüeñas grises, también conocidas como “picotenazas“. Pero no estoy muy seguro porque no se veía muy bien. Así que ya he visto cigüeñas blancas, negras y grises…

Lo malo es que cada vez se estaba poniendo más oscuro y estábamos a cerca de dos kilómetros de la entrada y sin ningún lugar para refugiarnos. Lo demás os lo podéis imaginar, menos mal que la temperatura era muy alta.

Así que cuando llegamos a la salida de la cueva, calados hasta los huesos, a pesar de nuestros paraguas plegables, pues optamos por meternos por la cueva para evitar siquiera un poco de la lluvia. La cueva era bastante estrecha y baja en algunos puntos, aunque con el suelo asfaltado. Encima, teníamos miedo de que al ser tan tarde hubieran cerrado la entrada. No sirvió de mucho el atajo.

Total, que cuando llegamos la entrada del parque, calados hasta los huesos, allí no había ni taxis, ni Grab, ni nada. Estuvimos allí un buen rato, intentado pedir un Grab o que los de la taquilla nos pidieran un taxi, pero nada. Al final un tipo particular se ofreció a llevarnos por 150.000 dongs, unos 6 euros, así que aceptamos y ¡hasta el hotel!

La experiencia fue sobre todo eso: una experiencia. Porque de ver aves, poco.

Así que, ya de vuelta, cenamos nuestro último pato asado, nos bebimos las últimas cervezas locales y nos preparamos para que, al día siguiente, una “van limusine” nos llevara, en tres etapas en tres diferentes vehículos, al aeropuerto de Hanoi para nuestro siguiente destino. Hoi An. Las fotos demuestra lo lujosas que eran. Al menos cumplieron.

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