Hoi An. Una “joya”

No parece que las poblaciones de Vietnam se distingan por su belleza ni por su monumentalidad, pero Hoi An es la excepción. La ciudad más bonita de Vietnam es patrimonio de la humanidad y es famosa por su casco antiguo a la orilla del río y con casas de una o dos plantas de color amarillo ocre descolorido.

Y por la noche, sus miles de farolillos de papel de todos los colores y sus barcas, también iluminadas, navegando por el río, la convierten en un escenario de ensueño, de esos que no se cansa uno de mirar y que no se olvidan en la vida.

El Hotel

Elegir hotel desde la distancia no es una tarea sencilla. Intentamos conciliar que esté en un buen sitio, que el precio no sea muy caro y que esté muy bien valorado en Booking y en Google maps. En este caso acertamos en casi todo. Nuestro hotel se llamaba “Riverside White House” y como su nombre indica estaba a la orilla del río, nuestra habitación tenía buenas vistas y contaba con una piscina magnífica en la que nunca nos juntamos más de seis personas.

Las barcas navegando por el río desde nuestra habitación de hotel

Pero para llegar al centro histórico, lo único que visitamos los turistas, había que hacer un paseo, por la orilla del río, un poco más largo de lo que habíamos calculado desde aquí y menos romántico de lo anunciado, aunque había pequeños restaurantes y un barco restaurante por el camino, pero no estaba muy limpio y además circulaban algunas motos. Por la noche al volver resultaba más incómodo porque se hacía largo.

De precio nos salió un poco más caro, 319 euros por cinco noches, pero es que Hoi Ann es el sitio turístico por excelencia.

Al igual que nos pasó en Tam Coc, la amabilidad de la recepcionista, una chica en este caso, rozó lo excepcional.

La llegada a Hoi An. Primeras impresiones

Hoi An es una ciudad cuyo origen se remonta al siglo I, así que es más antigua que muchas ciudades europeas. Fue fundada por los habitantes del reino de Champa, los que construyeron el templo de My Son que visitamos uno de los días y del que hablaremos después.

Durante los siglos fue lugar de encuentro de chinos, japoneses, holandeses, franceses, incluso españoles. Pero su apogeo llegó durante los siglos XVI y XVII al convertirse en un próspero puerto comercial, en el que comerciantes europeos, especialmente de Portugal, España y los Países Bajos, traficaban con seda, cerámica y especias.

Sin embargo, a medida que pasaba el tiempo, la desembocadura del río Thu Bon que conecta a Hoi An con el mar se llenó de sedimentos, en realidad es un delta, lo que dificultó el acceso de barcos más grandes. Esto condujo al declive de Hoi An como puerto importante en el siglo XIX.

Desde el avión se ve cómo Hoi An, al fondo a la izquierda, junto al río, ocupa un área deltaica.

Pero a finales del siglo XX y principios del siglo XXI, Hoi An experimentó un renacimiento, esta vez como destino turístico. La ciudad restauró muchas de sus antiguas estructuras y se convirtió en un popular destino conocido por su belleza histórica y su ambiente tranquilo.

Como llegamos al atardecer, nuestro primer paseo se produjo ya de noche, alumbrados por los miles de farolillos de colores, con bastante calor y con las calles super animadas de gente. Prácticamente todos orientales.

Una de las cosas que más nos llamó la atención es una especie de bingo musical que se desarrollaba en un lugar techado, en la misma calle. Todos los participantes eran claramente vietnamitas. Yo creo que Hoi An es una ciudad muy turística, pero enfocada al turismo local, principalmente. Me encanta el vídeo de debajo.

Así que, colocados en la primera fila de un restaurante, estuvimos entretenidos en ver pasar a la gente y comprobando y fotografiando la curiosa moda de que las parejas, e incluso las familias, vayan con la misma ropa. Esas camisas tipo hawaiano que hacen furor en Asia y que lo van a hacer aquí el próximo verano. Lo veréis.

El caso es que nos acabó saliendo una entretenida galería temática, que complementamos los siguientes días, y que te invitamos a ver aquí debajo:

Visita cultural

Hoi An tiene algunos templos y algunas casas antiguas, convertidas en medio museos, que merece la pena visitar. Así que compramos un par de paquetes de cinco tickets de entrada a esos sitios, por un precio que no recuerdo, pero creo que fueron 150 mil o doscientos mil cada uno. Luego en la mitad de los sitios no nos los pidieron… Y nos lanzamos a pasar calor y conocer la ciudad de día.

Escena encantadora por las calles de Hoi An

La ciudad tiene mucho encanto, preciosa para pasear, aunque todos los bajos estén ocupados con tiendas y restaurantes, lástima del calor. Además, los sitios que visitas, un par de templos de origen chino y algunas casas muy antiguas, pues no es que sean “inolvidables”, pero tienen su gracia y, de paso, sirven para salirse un poco, tampoco mucho, del tórrido ambiente.

Las comidas

Como estuvimos varios días, creo que es mejor juntar todas las comidas en este apartado para información y delicia de los lectores más “foodies”.

Pho

Tras nuestro ajetreado viaje al aeropuerto de Hanoi, con las maletas rodando por el pasillo de la “van”, las horas de espera antes de nuestro vuelo nos sirvieron para el doble propósito de comer y, de paso, probar el plato más típico de Vietnam: El Pho.

Este plato tiene mucha guasa entre los turistas de habla inglesa porque se pronuncia de forma similar a “fuck”, que no traduzco porque todo el mundo sabe lo que significa.

Es un plato básico, de casi supervivencia. Un tazón de caldo con fideos y tropezones de ternera, como es costumbre en la zona. Si eres un/una fan de la cocina y quieres animarte a hacerlo, en este enlace de “El comidista” tienes la receta y un poco más de su historia.

Crepes Vietnamitas

La primera noche nos dejamos cazar por unos de estos chicos y chicas que hay a la puerta de cada restaurante y, previa consulta en Google maps para ver si merecía la pena, acabamos cenando en “Brothers 99”, un nombre no muy asiático, la verdad.

Cenamos arroz frito con vegetales y pollo, crepes vietnamitas (por primera vez en el viaje) y ensalada, junto con un par de cervezas para cada uno, de las que solo nos cobraron tres porque allí todo es “happy hour”. Nos costó 367.000 dongs, unos 15 euros. Eso sí, frente al río y en primera línea del mogollón.

Los crepes vietnamitas son una especie de tortilla. Lo que nunca falla es el arroz frito.

Curry verde y Cha Ca

El primer día comimos en “Hoianian”, un restaurante bastante bonito situado en el paseo principal y con vistas al río. Queríamos haber comido en la terraza pero hacía demasiado calor, así que dentro y con ventiladores.

Comimos Curry verde, que ya nos advirtieron que era muy distinto del tailandés. Hubo división de opiniones sobre cuál es mejor. Repetimos un Cha Cá al estilo Hanoi (recuerda, es pescado marinado) y cervezas y café. La cuenta, unos 22 euros. Tampoco “tan” barato. la verdad.

Cao Lau

Uno de los platos típicos de Hoi An más importantes es el Cao Lau. Otro plato de fideos de arroz, en este caso con carne de cerdo y picatostes. A diferencia del Phở , el plato nacional vietnamita, cao lầu se sirve con muy poco caldo.

El Cao Lau era el plato que comían los ricos en Hoi An (me imagino que por eso tiene poco caldo) y por lo visto significa “piso de arriba”, porque los ricos nunca comían en el piso de abajo. Es un plato específico de Hoi An, aunque te lo sirven en otros sitios.

Así que buscamos el que, en algunos comentarios, se consideraba el sitio donde servían el mejor Cao Lau de Hoi An, el “Cao lầu Không Gian Xanh”

Se considera que en Hoi An es especial porque tradicionalmente se usa un agua especial en la que se remojan los granos de arroz antes de molerlos y convertirlos en pasta para los fideos. Procede de un famoso pozo de Hoi An, llamado Ba Le, y se mezcla con ceniza. La ceniza se obtiene de la madera de un árbol que crece en las islas Cham, a unos 20 km de la costa cercana. Así dicho parece que debería ser algo super especial.

La realidad es que nosotros no fuimos conscientes de semejante sofisticación, pareciéndonos un plato de fideos más. Quizá el sitio (el de a foto de arriba) no ayudara demasiado. Fue barato, unos 15 euros los dos.

Banh Mi

Ya habíamos probado los Banh Mi, los famosos bocadillos vietnamitas. Pero se supone que en Hoi An es donde mejor se puede disfrutar de ellos. Ya el chico que nos recibió en el hotel nos dio la dirección de uno de los sitios sin haberle preguntado nada (tendría comisión, me imagino…)

Bueno, el caso es que comimos tres veces en diferentes sitios, uno el que nos había recomendado el del hotel, otro en el sitio más famoso y otro en el barco a la vuelta de My Son. Este último lo llevó hasta el embarcadero una señora en una moto y se los dió al guía en lo que me pareció un ejemplo de “economía distribuida”, que debe de ser muy frecuente en Vietnam.

Una de las cosas que más éxito tiene en Hoi Ann, es el Mot, una infusión elaborada con ingredientes naturales como limón, canela y hierba, y mezclada con té de loto que venden en un bar especializado en ello. Queda preciosa la presentación con una hoja de loto y otra de té.

Teniendo en cuenta el calor, pasamos varias veces por allí a descansar tomando un vaso, era muy barato. 16.000 dongs, unos 60 céntimos de euro.

Hoi An es un sitio para hincharte a hacer fotos. Desde el colorido de los faroles hasta el aire decadente de sus fachadas, sin pasar por alto los personajes que la habitan y que desarrollan sus vidas en ella.

Numerosos fotógrafos la incluyen como destino para darse el placer de conseguir fotos “de autor”. Nosotros, desde nuestra modestia, hemos hecho montones de fotos a vendedoras, mercados, etc. A continuación una muestra.

Para no alargar mucho, he preferido contar las excursiones, a My Son y a Da Nang, en este otro capítulo.

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