Mucha gente considera que Hanoi no merece la pena y pasan por ella de camino a Sapa o a la bahía de Halong sin detenerse apenas.
Sin embargo, como es mi caso, puede que te enganche de alguna forma. Es una ciudad fascinante por lo caótica y vital. No viviría allí ni una semana, pero los tres días me gustaron mucho.
La llegada del aeropuerto al hotel, Calista Hotel, resultó sencilla porque este hotel te proporciona traslado gratuito en un taxi desde el aeropuerto, y eso funcionó a pesar de las tres horas de retraso de nuestro vuelo de Qatar. Encontrar al taxista con mi nombre escrito en un papel fue sencillo.
En el hotel fueron super amables y la habitación no estaba mal, un poco ruidosa por la mañana por obras en el edificio.
Aunque llegas muy cansado del viaje, la realidad es que estás deseando salir a conocer la ciudad. ¡No todos los días llega uno a Vietnam!
El tráfico
Ya antes de llegar al hotel lo que te va llamar la atención poderosamente es el tráfico: motos a cientos colándose por todas partes y ocupadas de las más variopintas maneras, desde chicas con una especie de bata con capucha que se ponen encima de su ropa para no mancharse, hasta familia enteras de cinco miembros, con los niños pequeños emparedados entre los adultos o agarrados al manillar desde edades tempranas. Aprenden a montar en moto casi antes que a andar.
El lío del tráfico en Vietnam es famoso y cómo cruzar la calle es un tema clásico entre los turistas. En el Old Quarter, donde se encontraba nuestro hotel, apenas existen los semáforos y además nadie respeta los pocos que hay.
Yo diría que la forma de cruzar la calle en Vietnam es ir esquivando a las motos, no no mirar y meterse, como dicen algunos turistas, y viceversa, las motos esquivan a los viandantes, pero sin pararse nadie. Es parecido a cuando vas andando por la calle y hay mucha gente, en realidad nadie cede el paso y nadie se choca con nadie. Pues lo mismo pero en moto. De todas formas van muy despacio y te pitan todo el tiempo para que te quites, eso en España sería imposible.
La vida en las aceras
Es gracioso lo que ocurre con las aceras en el Old Quarter de Hanoi. Aparte de estar invadidas por montones de motos aparcadas que impiden circular, en ellas se desarrolla una intensa actividad comercial, los puestos las invaden y sus propietarios y familias, y otros montones de gente, literalmente, viven en ellas.
El Lago Hoàn Kiếm
Yo diría que el norte del lago Hoàn Kiếm es el centro de la vida en Hanoi. Por la tarde se llena de lugareños y turistas e incluso los fines de semana por la tarde lo cierran al tráfico. Nuestro primer paseo desde el hotel nos llevó hasta allí. En realidad no había más que seguir la calle, aunque es muy fácil liarse en ese barrio y de hecho varias veces dimos vueltas a pesar de Google Maps.
El lago tiene un par de templos en su interior, uno de ellos visitable, y además, el puente de acceso a este, un puente rojo conocido como The Huc (Sol Naciente), se ilumina de un precioso color rojo por la noche. Allí nos hicimos las primeras fotos.
Cenar
Una oferta de miles de sitios se puede convertir en un problema a la hora de elegir. Máxime si vas con Google Maps mirando las valoraciones para elegir sitios bien valorados. Al final nos decidimos por MET Vietnamese, es una cadena con varios restaurantes y al restaurante en concreto que fuimos yo ya lo había seleccionado desde España. Aunque luego encontrarlo es otro cantar.
Allí comimos por primera vez Chá Cá, que es un plato típico vietnamita, en su versión de Hanoi. Pescado macerado y frito con el que te haces unos rollos con papel de arroz, noodles y verduras. La camarera nos enseñó a hacerlos.
También comimos las tres versiones de rollitos vietnamitas: primavera, frito, verano, crudo y una tercera con el envoltorio de pasta de arroz un poco más gruesa. .
El precio, con una ración de Morning Glory y dos cervezas, 470.000, unos 18 euros. Más barato que en España pero tampoco “hiperbarato”.
Segundo día: La catedral, más lago y más calor
Sólo los turistas salen a recorrer las calles de las ciudades cuando hace un calor bestial.
Así que nuestro primer día completo empezó con un caluroso “paseo” hasta la catedral, que está bastante cerca del lago y que, claramente, no merece mucho la pena. Además estaba cerrada.
La catedral es un recuerdo de la ocupación francesa, se llama de San José, aunque se le suele conocer como la pequeña Notre Dame, al igual que a otras catedrales existentes en Vietnam como la de Saigón o Da Nang.
Es de principios del siglo XX e imita el estilo gótico como tantas iglesias españolas de esa época.
Templo Ngoc Son
Tras dar la vuelta completa al lago, visitamos el Templo Ngoc Son, el que está en el lago con un puente rojo, vamos, el mismo que la noche anterior. Para nosotros el templo de la tortuga.
Y es que, salvo que seas un fanático de los tempos y de la historia, el templo no tiene demasiado interés. Eso si exceptuamos la curiosa historia de la tortuga gigante que está allí disecada. Por una parte está la la leyenda de que la tortuga le dio una espada a no se qué rey para que se defendiera de los chinos. Espada que previamente había sido tirada al lago por otro rey. Precisamente el nombre del lago significa “de la espada restituida”. Inciso, parece que los vietnamitas tienen una larga historia de guerras contra invasiones y ocupaciones.
Bueno, el caso es que la tortuga allí disecada. de cerca de dos metros, es el último ejemplar de tortugas autóctonas que vivían en ese lago y de las que, probablemente, no queda ninguna. Eso sí que me parece realmente importante y, desgraciadamente, cierto.
Por curiosidad, no está disecada, si no “plastinada”, una curiosa técnica que es la que se usaba en unas exposiciones de cadáveres que estuvieron muy de actualidad hace pocos años en España.
Lo que sigue es la traducción de lo que aparece en el cuadro explicativo:
“En la cultura popular, la tortuga es uno de los cuatro animales sagrados, un símbolo de longevidad. La imagen de la Tortuga está asociada con la historia heroica de la nación vietnamita a través de la leyenda de la Tortuga Dorada que prestó sus garras a An Duong Vuong para hacer una ballesta mágica para derrotar al ejército de Trieu Da en el siglo III a. C. Según la leyenda, en el siglo XV, gracias a la tortuga dorada prestó la espada mágica al rey Le Loi, por lo que ganó la guerra de resistencia contra los invasores Ming y ganó la independencia. Después de ascender al trono, el rey Le Loi devolvió la espada mágica a la tortuga dorada en el lago Luc Thuy (el lago Hoan Kiem o el lago de la espada restaurada ahora), y la tortuga que vive aquí se llama tortuga del lago Espada para asociarse con este evento.
La tortuga Sword Lake, conocida científicamente como Rafestus swinhoei, es una especie rara de tortuga, con solo 06 en el mundo. Actualmente, en el templo de Ngoc Son, se exhiben dos especímenes de la tortuga Sword Lake, que los vietnamitas a menudo llaman “tarta vieja*. El primer espécimen que se muestra en el gabinete de vidrio exterior (cerca de la puerta) es la “vieja tortuga” que murió en 1967. En ese momento, el peso de la tortuga era de 250 kg, la cáscara tenía 2,1 m de largo y 1,2 m de ancho, preservada por el método de relleno e impregnación con productos químicos.
El segundo espécimen (en el gabinete interior), murió el 19 de enero de 2016, con un peso de 169 kg, el caparazón tenía 1,85 m de largo y 1,08 m de ancho, preservado por la tecnología de plastificación de la República Federal de Alemania. El proceso de fabricación y preservación de la muestra se ha llevado a cabo desde 2016 y se completó en 2018; incluyendo el uso de materiales avanzados para preservar la muestra durante mucho tiempo, manteniendo el tamaño natural, así como los huesos dentro del cuerpo, asegurando que la muestra esté cerca de la imagen de la “tarta vieja” cuando estaba viva. Los especímenes de tortugas del Lago de la Espada se exhiben en el templo ubicado en la isla Ngoc asociado con la leyenda del regreso de la espada por parte del rey Le Loi.
Comer
Tras pasar un rato refugiados del calor en una cafetería bastante cara y poco buena, en un edificio de la plaza “Dong Kinh Nghia Thuc”, que no sé qué significa, pero que es la plaza al norte del lago por la que pasamos un montón de veces y en la que nos dedicamos a observar y grabar el caos del tráfico.
Luego buscamos un restaurante para comer. Tenía anotado uno con muy buena puntuación “Oriana” en un séptimo piso de un hotel. Cuando subimos no había nadie más, así que fuimos los únicos comensales.
Volvimos a pedir el Chá Cá de pescado y carne de cerdo con “egg fruite”, vamos, fruta huevo, que te la ponen en muchos platos y que a mí me gusta bastante.
Las marionetas acuáticas
Un espectáculo bastante naif, típico de Vietnam, que considero imprescindible. No te lo puedes perder como no te puedes perder un tablao flamenco si eres un guiri en Andalucía por primera vez o como las danzas balinesas en Bali.
El teatro era bastante pequeño y costaba 200.000 las primeras filas (unos 8 euros), 150.000 las del medio y 100.000 las de atrás. No hubo mucha opción, y cogimos las que había más adelante, sobre la fila 10, por 150.000. Si volviera, intentaría comprar la fila 1 con antelación, porque no se ve demasiado bien, sobre todo si te toca la cabeza gorda de un adolescente asiático en la fila de delante, como fue mi caso.
A pesar de todo, me gustó muchísimo. La musica es en directo y el espectáculo, ya digo que es muy simple, relata cortas historias de la vida cotidiana rural: la siembra del arroz, la pesca, la cría de patos, aderezada con algunas historias con dragones o con desfiles o coreografías. Una hora aproximadamente de pura delicia.
A la salida se había desatado un diluvio típico de verano en Vietnam y así probamos nuestra primera compra con regateo: un par de chubasqueros de estos de bolsa de basura por los que nos pedían 50.000 por cada y que compramos por 30.000 cada uno. En Sapa en la tienda los vendían por 10.000… Evidentemente eran tan horribles que los acabamos tirando un par de horas después, a pesar de que vimos a mucha gente usándolos para ir en moto. No perdimos mucho dinero, 30.000 dongs son poco más de un euro.
Por supuesto que, tras el espectáculo, estábamos decididos a comprar una marioneta para nuestra colección de recuerdos. Ahora luce en nuestro salón.
La cena. Don Duck
Cuando eres un turista te pasa el día buscando donde comer y cenar. Menos mal que yo tenía buscado un sitio especializado en pato y citado en la guía Michelin como uno de los restaurantes a probar en Hanoi. Y encima, bastante cerca del hotel, en el Old Quarter.
Comimos pechugas de pato, una cada uno. Ellos tuvieron el detalle de obsequiarnos con un par de rollitos de primavera, pero de pato, su especialidad. Estaban geniales y los pedimos, tres días días después cuando, a la vuelta de Sapa, decidimos cenar allí de nuevo. el precio sobre unos 20 euros al cambio, con las cervezas.
El café (con huevo). Una especialidad
En una de nuestras obligadas paradas por el calor, pedí un café con huevo, una especialidad que se han inventado en Vietnam.
Vaya por delante que Vietnam es uno de los mayores productores de café del mundo, y que la mayor parte del café que tomamos en España procede de ese país. Importante comentar que la variedad de café que se produce en Vietnam se llama Robusta, en contraposición a la variedad Arábiga del café colombiano y de otras procedencias. Se supone que la variedad arábiga es mejor, pero el café que tomamos en los bares es robusta.
El caso es que el café con huevo es una especialidad que había que probar y que con eso fue suficiente. No sabía mucho a huevo, la verdad, más bien estaba en la línea de los innumerables batidos y similares que tanto gustan por esas latitudes.
Sí que tomamos muchos más cafés en nuestro viajes sin llegar a “volvernos locos” por su sabor. Cosa que sí pasó hace años en nuestro viaje a Costa Rica con el café local, aquél de la variedad arábiga.
El Palacio de la Ópera
En la parte sur este del lago, comienza otro de los barrios de Hanoi, el barrio francés. Sorprendentemente después de lo visto en el Old Quarter, aquí encontramos grandes avenidas, ¡semáforos! y un centro comercial propio del capitalismo más extremo, con firmas internacionales como Dior, Versace, etc.
Esta visita la hicimos por la tarde noche y nos aportó una visión complementaria de Hanoi y Vietnam distinta a lo visto hasta el momento. Consistió en ir andando hasta el palacio, hacerle un par de fotos y regresar hasta el hotel recorriendo la zona al sur del lago, por el barrio francés .
Monumentos
Podríamos resumir nuestro tercer día de recorridos por Hanoi en una sola frase: “Recorrer Hanoi viendo monumentos no merece la pena”. El caso es que lo sabíamos e incluso dudamos mucho si incluir este tercer día en nuestro viaje. Pero bueno.
Empezamos por coger un Grab, el equivalente a Uber en el sudeste asiático, para nosotros la mejor forma de desplazarnos sin tener que lidiar con taxistas, y visitar el Templo de la Literatura. Probablemente el único monumento de cierto valor que visitamos en Hanoi.
Templo de la Literatura
Fue construido en 1070 en honor a Confucio, y ha sido reconstruido en varias ocasiones.
Lo curioso de este templo, además del nombre tan bonito, es que se llama así porque funcionó como academia en lo que se considera la primera universidad de Vietnam.
Esta universidad ocupaba la parte posterior del templo, tres patios con un estanque y puertas monumentales de acceso a cada uno.
Al principio era solamente para príncipes y gente de la realeza, aunque parece que después se fue abriendo a los mejores estudiantes del país.
Debía ser un centro muy exigente, porque pocos estudiantes conseguían acabar sus estudios (poco más de dos mil en sus en setecientos años de historia, o sea, unos cuatro al año). Los que lo consiguieron gozan del honor de pasar a la posteridad al tener sus nombres esculpidos en losas dentro del mismo templo (algo que nos recuerda a los “Victor” de la Universidad de Salamanca).
Las losas se apoyan sobre tortugas, que en su cultura son símbolo de la longevidad. En la cultura vietnamita se cree que tocarles la cabeza a las tortugas ayuda a llegar a viejo. Por esa razón, a las dos tortugas que dan paso a la puerta del templo, todo el mundo les toca la cabeza y nosotros también, claro. Queremos llegar a viejos (más…)
El Mausoleo de Ho Chi Minh
Pretendíamos seguir la ruta andando, porque las distancias no son muy grandes, pero cuando la temperatura es de 36ºC y encima te pierdes a pesar del Google Maps, pues tuvimos que recurrir a otro Grab que nos dejó en la puerta del Museo de Ho Chi Min que ni nos molestamos en visitar. De ahí pasando todavía más calor nos dirigimos al mausoleo, que no se podía visitar.
El mausoleo y su zona circundante, es el único lugar donde hemos sentido en Vietnam que estuviéramos en un país comunista y autoritario. Aparte del que el monumento es el típico adefesio grandilocuente propio de esos regímenes políticos, tiene enfrente una explanada que imaginamos servirá para desfiles y demás y tiene al lado de un par de edificios gubernamentales que no se pueden ni fotografiar. Está custodiado por una guardia permanente, que se debe de morir de calor y poco más.
Seguimos nuestra ruta hasta un lago que hay más al norte y en el que hay una pagoda de varios pisos, que resultó ser pequeñita, estar cerrada y, claramente, no merecer la pena.
Comer un Bun Chá
Así que pedimos otro Grab y nos dirigimos a intentar comer en un restaurante que había visto que también lo mencionaba la guía Michelin como especializado en Bun Chá, una especialidad de Hanoi que se supone había que probar. Estaba cerrando y era tan cutre que haste el propio taxista se extrañó de que quisiéramos para allí. Cosas que nos pasan a los turistas…
No nos quedó más remedio que buscar otro Grab y dirigirnos a comer a otro MET Vietnamese, que parece que no cierran, aunque ya era tardísimo y comernos el Bun Chá soñado, unos noodles de arroz con pollo a la parrilla y finas hierbas. Bien, aunque no para tirar cohetes, pero misión cumplida. También comimos una ensalada de hojas de banana con gambas y cacahuetes.
Cenar
Ya he mencionado que uno de los trabajos más arduos del turista es encontrar donde comer y cenar todo el tiempo. Así que apenas resuelto el problema de la comida y tras un paseo por el lago ya estábamos otra vez reventados de calor y buscando donde cenar. Nos dejamos “cazar” por unas de estas chicas que se ponen a la puerta de los restaurantes y entramos en uno que ponía que era familiar y estaba muy bien puntuado, llamado “Little Hanoi”. Resultó estar fenomenal y ser muy barato, comimos rollitos de primavera, ración generosa, y pollo con “cinco sabores”, más las cuatro cervezas que nos bebimos, total 315.000 dongs, unos 12 euros. Un regalo.
Como el lector apreciará, en nuestras comidas en Vietnam, casi gastamos más en cervezas que en comida. La realidad es que el calor te quita bastante el hambre y te da mucha sed. Al final hasta adelgazas.