Durante muchos años fui considerado un experto en Educación Ambiental…
Sin embargo, poco a poco me fui alejando de esta temática. Las razones fueron y han sido varias. Una de ellas, no lo vamos a negar, es un cierto cansancio de dedicarme siempre a lo mismo. No dejaba de ser un profesor que tenía otras obligaciones e intereses sobre muy diversos temas.
Pero una de las razones más importantes para ese desafecto, ha sido la deriva que ha ido cogiendo la EA hacia una especie de animación sociocultural, totalmente ajena a mi visión, y contra la cual no me apetecía “competir”.
Valga como ejemplo una de la expresiones más alucinantes de esta forma de entender la EA, la última tendencia a abrazar árboles (no es coña).
Hace poco he visto las imágenes de los participantes de un curso de Educación Ambiental de una institución pagada con dinero público, abrazados a árboles y tirados literalmente por el suelo, para “sentir la comunión con la naturaleza”. Apaga y vámonos.
Los que hayáis sufrido alguna de mis “formaciones”, como se dice ahora, sabréis que mi visión de la EA es exactamente la contraria: mi visión del medio ambiente es la de un entramado complejo de interacciones entre la economía, la organización social, el medio natural, etc. Lo que frecuentemente hemos llamado “el medio ambiente como sistema complejo”. Vamos lo contrario a esas visiones simplistas o simplonas.
Claro, si el medio ambiente es concebido como un sistema complejo, la EA no puede ser algo tan reduccionista como abrazar árboles.
La UNESCO, al menos en la teoría, tiene las ideas un poco más claras y lanzó en 2015 los llamados Objetivos de Desarrollo Sostenible, ODS, la edición mejorada de los llamados “Objetivos del Milenio” que, como casi todo, se quedaron muy lejos de cumplirse.
Estos ODS nos remiten a cuestiones relevantes. Algunos son fácilmente identificables con lo que la población entiende como Medio ambiente; por ejemplo, el objetivo número 13, denominado “Acción por el Clima”, o el 15, “Vida de los ecosistemas terrestres”.
Sin embargo lo interesante para orientar una EA de verdad es que entre estos objetivos se encuentran algunos tan interesantes como el número 1: “Fin de la pobreza”, o el 2: “Hambre cero”, etc. Aquí no valen simplezas, erradicar el hambre en el mundo es una empresa sistémica en la que intervendrían múltiples aspectos interrelacionados.
Trabajar sobre los ODS sí es una EA de verdad. Enfrentar a los alumnos al problema de cómo erradicar el hambre. Es más, impelirlos a la acción, a algún tipo de acción, es un objetivo educativo del máximo nivel.
En consecuencia, hemos decidido volver a la palestra, proponiendo para el año 2022 un curso de formación de profesorado, dentro de nuestro convenio con el MEFP, titulado “Objetivos de desarrollo Sostenible – Aprendizaje Basado en Proyectos”.
La opción de incluir el Aprendizaje basado en proyectos como estrategia para el estudio de los ODS es priorizar un aprendizaje comprometido, comprometido con el objeto de estudio y comprometido con el propio aprendizaje.