Según los principios de la homeopatía, todos podemos ser ricos

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María José Ruiz García, Universidad de Castilla-La Mancha

Seguramente no me crea, pero le aseguro que si lee hasta el final verá que lo que afirmo en el titular es totalmente cierto.

Según quienes la practican, la homeopatía es un método terapéutico en el que se aplica el principio de similitud y se utilizan distintas sustancias en dosis débiles o infinitesimales.

Empecemos por analizar qué quieren decir exactamente los homeópatas cuando hablan de estas “dosis infinitesimales”. Para ello, recurriremos al libro blanco de la homeopatía, que explica detalladamente sus métodos de dilución.

Diluyendo, que es gerundio

Todos sabemos lo que es diluir: bajar la concentración de algo. Por ejemplo, añadir agua al café lo dejará aguado. Es decir, diluido.

Uno de los métodos de dilución descritos en el libro es el centesimal. Básicamente consiste en coger un mililitro de aquello que queremos diluir, la tintura madre, añadirlo sobre 99 mililitros de agua ultrapura y agitar vigorosamente (los homeópatas prefieren decir sucusionar o dinamizar).

Aunque en los laboratorios homeopáticos trabajan con muchísima precisión, nosotros, para hacernos a la idea de lo que esto implica, podemos imaginar que añadimos menos de la mitad de una cucharadita de café en medio vaso de agua. Luego, agitamos.

A continuación, se repite el mismo procedimiento: mezclar un mililitro del preparado anterior en 99 de agua y volver a agitar. Siguiendo con nuestro ejemplo, cogeríamos menos de otra media cucharadita del café previamente aguado, y la pondríamos en otro medio vaso de agua agitando vigorosamente.

Según la notación centesimal homeopática (CH), la primera vez que llevamos a cabo el procedimiento tenemos un preparado 1CH; la segunda, 2CH. Así sucesivamente.

Cada vez que realizamos esta operación dividimos entre 100 la cantidad inicial de sustancia. Esto nos será muy útil para calcular cuántas moléculas quedan en el preparado final.

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Contando moléculas

Hace ya más de 200 años que sabemos, gracias a Amedeo Avogadro, que en un mol de cualquier sustancia hay una cantidad fija de moléculas, atómos o iones. Algo que es muy práctico, siempre que no nos asustemos con la palabra mol.

En el fondo es como la palabra docena. Indica una cantidad, solo que muy grande, difícil de imaginar. Mientras que visualizar una docena de huevos o de cualquier otra cosa es fácil, hacerse a la idea de lo que supone tener un mol de algo, de euros, por ejemplo, es bastante menos evidente. Estamos hablando de 602.000 trillones.

He mirado por ahí y todo el dinero del planeta puede estimarse en 1,2 trillones de euros.

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Contar esas enormes cantidades no es nada fácil. Por suerte, en el caso de las moléculas no es necesario hacerlo. Pasa como con las monedas: basta con saber lo que pesan.

Llevo años guardando monedas de un euro en un frasco y no voy a llevarlas al banco hasta que pesen 7,5 kilos. ¿Por qué? Porque una moneda de euro pesa 7,50 g, así que, en ese momento, tendré ahorrados 1.000€.

Fácil, ¿verdad? Pues con las moléculas se hace igual. Por ejemplo, en una pastilla de ibuprofeno del que venden sin receta hay 400 miligramos de principio activo. Como cada mol de ibuprofeno pesa 206,29 g, puedo calcular que en cada pastilla tengo 0,002 moles y, por tanto, aproximadamente 1.200 trillones de moléculas de ibuprofeno.

Esas son muchísimas moléculas. Según los ensayos clínicos realizados, son las necesarias para que el medicamento ejerza su acción. ¿Qué pasaría si, en vez de ibuprofeno normal, fuese ibuprofeno homeopático? ¿Cuántas moléculas tendríamos entonces? Vamos a calcularlo, que también es fácil.

“Ibuprofeno homeopático”

El ibuprofeno no forma parte del vademecun homeopático pero, como se trata de trabajar con un ejemplo, vamos a diluir una pastilla de 400 miligramos aplicando el método centesimal. Hay que recordar que en cada dilución se divide entre 100 el número de moléculas presentes:

Como puede verse a partir de 12CH, ya no quedan moléculas de principio activo. Además, esto sucede siempre y cuando se trate de diluciones centesimales. El propio libro blanco de la homeopatía en su página 50 admite que “teniendo en cuenta la constante de Avogadro, a partir de una dilución entorno a la 12CH la probabilidad de encontrar moléculas de la sustancia original en las ultradiluciones homeopáticas es presuntamente despreciable”.

¿Qué pasa con los otros métodos de dilución? Sinceramente, ni idea. No es posible calcularlo, pero no es probable que haya más moléculas. Más bien al contrario.

En el método korsakoviano o “de frasco único” lo que se hace es tirar la tintura madre, rellenar el frasco con agua ultrapura, agitar vigorosamente, tirar el contenido, rellenar de nuevo y así sucesivamente. Para que nos entendamos, sería como tirar el café y rellenar el vaso con agua tantas veces como indique la K: 1K una vez, 2K dos veces… Así sucesivamente hasta llegar, por ejemplo, a 50 000K, que es una de las diluciones habituales.

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Sí, han leído bien: aclarar cincuenta mil veces el recipiente que contenía la sustancia inicial. Con semejante cantidad de aclarados es imposible que quede ni una sola molécula original. Eso me lleva a cuestionarme el principio de similitud.

Principio de similitud

Supuestamente, la capacidad de acción de los compuestos homeopáticos se basa en dicho principio. Es decir, “las enfermedades se curan por sustancias que producen en personas sanas efectos semejantes a los síntomas manifestados por el paciente”.

Según esta definición, es necesaria la acción de alguna sustancia, sí, pero sabemos que no queda ninguna a partir de 12CH. Además, una vez que la sustancia ha desaparecido se sigue diluyendo y agitando. Y mucho. Hasta 200CH o 50 000K.

A mí me parece que, además de poner el principio de similitud en entredicho, esto supone un enorme gasto de agua ultrapura y energía mecánica. Sin embargo, los seguidores de Hannemann lo hacen afirmando que, cuanto más diluida está una sustancia, mayor es su potencia de actuación. De hecho, en vez del verbo diluir acostumbran a usar el verbo potenciar.

Volviendo al ejemplo del dinero: si aplicamos los principios de la medicina, hacen falta muchas moléculas para que un medicamento sea efectivo, igual que hacen falta muchos euros para poder considerarse rico. Sin embargo, si aplicamos los principios de la homeopatía, no es necesario tener ninguna molécula para notar su efecto, ¿no? Es más, cuanto más improbable sea que tengamos una, más potente será dicho efecto.

Así que la conclusión es fácil: todos podemos ser “homeopáticamente ricos”. Bastará con que nos deshagamos de nuestro dinero.

María José Ruiz García, Profesora Titular de Universidad de Química Inorgánica, Universidad de Castilla-La Mancha

Este artículo fue publicado originalmente en The Conversation. Lea el original.

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